jueves, 5 de marzo de 2009

Cosas que me encantaría contarte...


Me gustaría contarte todo lo que ha pasado en mi vida últimamente; creo que ha dado un giro de 180 grados, y estoy completamente segura de que ha sido para bien, pero aun así no puedo evitar echarte de menos.

Me encantaría poder hablarte de la carrera que finalmente elegí, de mis nuevas aficiones, de los grupos de música que he descubierto, de los nuevos amigos que he hecho, de que por fin me decidí a aprender italiano… en general, de cómo es mi vida por Madrid. Sé que jamás creíste que lo haría, sinceramente yo tampoco, pero cuando te marchaste una parte de mí se fue contigo, y entonces alguien llenó el vacio que dejaste: los sueños. Gracias a ellos, hoy estoy aquí.

En fin como te decía, me encantaría poder hablarte de R. Me fijé en ella desde el primer momento; creo que nunca he visto a nadie sonreír tanto, y eso me gusta. La primera vez que me vio llorar, simplemente me tomó la mano y me dijo: “ríe, que para llorar siempre estamos a tiempo”. Desde entonces lloro menos.

Por las mañanas salgo con E a pasear en bici, y mientras pedaleamos por el parque, me cuenta como le va la vida con su amor de verano, que ahora es de invierno, y que yo le digo que estoy convencida de que también será de primavera. También están M, V, L, A, N, S… solemos salir siempre juntos, y nuestro punto de encuentro es un pub al que llamamos “los quintos” (estoy convencida de que ese sitio te encantaría). Pasamos allí las tardes, bebiendo cerveza, y hablando de nuestras cosas. La verdad, es que ese momento del día es mi preferido.
N, dice que soy la mejor cocinera de cookies de mundo. Me cuida mucho y siempre me da las buenas noches. Además, está dispuesto a escucharme en cualquier momento, y nunca me deja llorar. Es el único al que le he hablado de ti. ¿Y sabes lo primero que me dijo? Que estaba convencido de que algún día cocinaría cookies para ti.

En fin, podría estar hablándote de mi vida, durante horas y horas… Supongo que tú también tendrás mucho que contar, y a mi me encantaría escucharte, pero eso ya lo sabes, al igual que yo sé que jamás lo haré. Nunca te gustaron los reencuentros, y solías decir que lo pasado, pasado está. Quizá esa sea la causa por la que no volviste a llamar, y por la que yo, deje de hacerlo.
Fue entonces cuando, como ya he dicho, los sueños llegaron a mi vida, y decidí aprovechar las oportunidades que cruzaban ante mí como estrellas fugaces, por que no podía pasarme la vida esperándote; aunque en cierta manera lo sigo haciendo…